Jesús: una historia de resiliencia y esperanza
Jesús Miguel Molina, un joven venezolano de 20 años, llegó a España con una maleta llena de sueños y un futuro incierto. Su historia, marcada por la adversidad, es también un testimonio de superación, solidaridad y transformación personal gracias al acompañamiento de Càritas Diocesana de Terrassa.
Aterrizó en Madrid el 1 de octubre, pero pronto se trasladó a Terrassa, donde un conocido le ofreció alojamiento temporal. “Estuvimos un mes con él, pero no podía acogernos durante más tiempo”, recuerda. Sin un techo fijo y sin saber a dónde acudir, escuchó hablar de Càritas y decidió acercarse, sin expectativas claras, pero con la esperanza de encontrar ayuda.
El primer paso hacia el cambio
En Cáritas, Jesús fue acogido con empatía y orientación. Le ofrecieron participar en el proyecto «Vivimos aquí, somos de aquí» (Vivim). Un proyecto prelaboral que se enmarca en el programa laboral de Cáritas Diocesana de Terrassa, que le permitió integrarse, conocer gente y recuperar la confianza. “El Vivim me ayudó muchísimo, conocí muchas personas, empecé a integrarme más en la comunidad”, explica.
Gracias al proceso de acompañamiento pudo acceder a una ayuda económica que le permitió pagar una habitación y de la que habla con gratitud “Me ofrecieron una oportunidad muy buena con una ayuda que les agradezco muchísimo”, afirma con gratitud.
Aprender a vivir en soledad
Vivir en una habitación de un piso compartido fue uno de los mayores retos emocionales para Jesús. Afirma que “es muy difícil porque vives con personas ajenas a ti, personas que no conoces, que tienen pensamientos distintos”. Sin embargo, confiesa que ha tenido suerte porque a él en ningún momento le han impuesto horarios para poder utilizar la lavadora ni le han prohibido cocinar, como les ocurre a otras personas que viven en situación de realquiler. Jesús supo adaptarse: se sacó la tarjeta de la biblioteca, salía a buscar trabajo y aprovechaba cada oportunidad para crecer.
Formación, trabajo y nuevos horizontes
Actualmente, Jesús combina estudios y trabajo. Está realizando prácticas en una empresa de Vacarisses como parte de un curso de operario de producción de almacén organitzado por Cáritas, y también trabaja como cocinero en un restaurante. “He aprendido muchas cosas ahí, era un mundo laboral que nunca había conocido y me ha gustado mucho”, comenta.
Además, tiene planes de retomar el curso de catalán, motivado por sus jefes que lo animan a seguir aprendiendo. Su actitud proactiva y su deseo de superación son evidentes en cada paso que da.
Un mensaje para quienes llegan
Jesús no duda en compartir un consejo para quienes, como él, llegan a un país nuevo sin red de apoyo: “Que hable con personas, que tenga curiosidad de preguntar, informarse, saber dónde se consiguen las cosas”. Reconoce que al principio cometía errores al comunicarse, pero aprendió a adaptarse: “Estaba haciendo mal las preguntas… entonces intentas usar otro tipo de palabras, intentas que te entiendan”.
Una historia que inspira
La historia de Jesús es un ejemplo de cómo la acogida, la formación y el acompañamiento pueden transformar vidas. Su testimonio refleja la importancia de la acción de Cáritas, que no solo ofrecen ayuda material, sino también herramientas para reconstruir la dignidad y el futuro de las personas.