Noticia03/02/2022

Cambio de paradigma en el derecho a la alimentación “para la dignidad de la persona”

Apostando por un derecho a la alimentación que dignifique a las personas y respete su autonomía

El pasado 26 de enero se celebró en Cáritas Diocesana de Terrassa una formación para presentar el cambio de mirada que está realizando Cáritas ante la realidad social alimentaria.

Francesc Flotats, subdirector de la entidad, inició el acto agradeciendo la asistencia del público tanto presencial como virtual, y la participación de las ponentes Mercè Darnell, Trabajadora Social y Jefe de Programa de Necesidades Básicas de Càritas Diocesana de Barcelona, y Marta Llobet, Trabajadora Social, Investigadora y Profesora en la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Barcelona.

Mercè Moras, responsable del Área de Voluntariado y Formación, prosiguió el acto enfatizando en la profundización que se está efectuando este año en la Diocesana en el estilo del “hacer” y el “ser” de Càritas. Animó a “abrir la mente a nuevas preguntas que nos susciten a plantearnos cuál es la nueva forma de hacer en estos nuevos tiempos. (…) Apostamos por un derecho a la alimentación que dignifique a las personas y respete su autonomía”, de acuerdo con la propuesta de transformación que se plantea tanto desde la Cáritas Española como desde Cáritas Cataluña. Y cerró su intervención afirmando que “No debemos tener miedo, debemos adaptarnos a los nuevos tiempos y hacer lo que dice el lema institucional de este año que habla de construir una comunidad que sueña.”.

El cambio de mirada en nuestro territorio

Cora Mazo, responsable del Área de Acción Social, recordó que la cobertura de las necesidades básicas es uno de los proyectos fundamentales de Cáritas. Por eso hay que prestarle especial atención y “no debemos parar de revisarnos y preguntarnos qué debemos hacer y de qué manera”. Recordó el recorrido de Cáritas Diocesana de Terrassa en esta línea “nunca hemos estado parados, (…) en 2015-2016 ya hicimos algunos intentos de interesarnos por la tarjeta monedero, al hacer alguna formación… y a raíz de esto ya hubo algunas Cáritas que se plantearon realizar ciertas acciones, y hubo parroquias en las que hubo cambios. (…) La covid nos dio el empuje para volver a plantear qué hacíamos, y se activó todo el proyecto de las tarjetas monedero. (…) En septiembre de 2021 ya había unas 100 familias beneficiándose de las tarjetas monedero.”

El contexto social internacional de la precarización alimentaria

Marta Llobet, inició la ponencia exponiendo algunos de los resultados de las investigaciones realizadas internacionalmente desde 2016 hasta 2020 poniendo en contexto la crisis anterior de 2008, y que se ha conectado con la crisis de la covid en relación con la precarización alimentaria y sus efectos.

Con algunos de los últimos datos proporcionados en diversas investigaciones ya podemos hacernos una idea del contexto en el que vive la realidad social actual, y se puede asegurar que la inseguridad alimentaria va cada vez más en aumento. El informe FOESSA de 2021 “Evolución de la cohesión social y consecuencias de la COVID-19 en España” dice que el 72’6% de los hogares se encuentra en situación de exclusión social severa, y el 58% de las familias en situación de exclusión social moderada utilizan la alimentación como estrategia de reducción de gastos, es decir, cuando no se puede pagar la vivienda, el recibo de la luz, del agua, etc. reducen las comidas. Además, según el Banco de Alimentos, en ambas crisis se ha producido un incremento del 30% de demanda de alimentos.

La alimentación es una actividad humana compleja y unida al bienestar. No solo forma parte de nuestras necesidades básicas, sino que también es un derecho humano, forma parte de la identidad cultural y religiosa de la persona, pero también es un acto social y placentero. En definitiva, la alimentación es un derecho fundamental humano que no se trata como tal. Al contrario de la educación y la sanidad pública en este país, que se conciben como seguros y asegurados, el derecho a la alimentación y la vivienda no están garantizados. Por eso, muchas familias tienden a reducir su variedad alimentaria, algo que afecta a su salud, pero también a su entorno social, a su salud mental, a su identidad ya su dignidad.

Llobet afirmó que “la precarización alimentaria afecta a todo el proceso alimentario”, es decir, la forma en que la persona adquiere los alimentos, los elabora, y los consume. Todo esto comporta un cambio de comportamiento en torno a la alimentación, y especialmente, tiene un gran impacto en las figuras femeninas del núcleo familiar como las madres y las abuelas, ya que limitan su alimentación para asegurar una alimentación digna a los niños. «Es una situación muy invisibilizada por sí mismas porque no quieren reconocer esta situación y se necesita poner especialmente atención.»

Finalmente, la ponente cerró su intervención mencionando que “La precarización alimentaria no es un elemento coyuntural, sino que es una tendencia al alza claramente por causas estructurales, vinculadas a la precarización del trabajo, al incremento del precio de la vivienda, al incremento del transporte, etc.” Por eso, enfatizó en “repensar las propuestas y acciones alimentarias que hacemos, ya que no es algo coyuntural y pasajero, y debemos pensar unas formas de acceso a la vivienda más dignas, más justas, que las personas se sientan más autónomas, y sobre todo que puedan reducir el sentimiento de vergüenza, de humillación… sentimientos claramente conectados con la estigmatización porque esto acaba teniendo un impacto muy fuerte en la autoestima y en el deterioro de la identidad social de las personas.”

Las próximas acciones como Càritas

Mercè Darnell, presentó la situación de la precarización alimentaria desde la visión de Càritas, enfatizando en la labor y el compromiso de los voluntarios: “Càritas lleva toda su vida ayudando con la alimentación de las personas, (…) poco a poco debemos ir incorporando algunas mejoras, algunos cambios adaptados a la realidad territorial.” Pero remarcó que hacía falta seguir realizando los cambios necesarios teniendo en cuenta todo el contexto social y personal de las investigaciones citadas por Marta Llobet. “Queremos que las personas que atendemos por la alimentación también puedan relacionarse en un entorno social, no estar aisladas; que puedan invitar a sus familiares a casa para comer juntos, que puedan sentir el placer de comer una comida, que puedan decidir qué comen, que puedan alimentarse con una comida de calidad, y mejor si es de proximidad para ser más sostenibles y no desperdiciar el planeta con el transporte, etc. Queremos hacer ese camino juntos, un camino que permita a la gente decidir sobre su propia vida.”

La alimentación es un derecho, no un privilegio

Mercè Darnell profundizó en la visión que tienen los participantes de Càritas frente a la alimentación. «La gente que atendemos no ve la alimentación como un derecho, y esto es muy grave.» Lo comparó con el conocimiento que tiene todo el mundo sobre el derecho irrenunciable de sanidad y educación en ese país, al contrario de otros derechos fundamentales como la alimentación o la vivienda.

Por eso, se propone un camino de cambio en dos direcciones hacia poder mejorar el bienestar de las personas en las cinco dimensiones que engloban a la persona: el bienestar material, corporal, relacional, decisorio y temporal.

Una de las direcciones a tomar es realizar un cambio de mirada en los espacios donde se ofrecen alimentos. Darnell puntualizó algunas ideas para iniciar este cambio:

  • Reducir las distancias entre participante y voluntario. Tener una relación más horizontal y que no se sientan diferentes entre quienes reciben y quienes dan.
  • Implementar la metodología de las tiendas de ropa de Cáritas con los alimentos. Es decir, que haya espacios en los que se venda comida, al igual que se vende ropa, y que tengan un precio mucho más asequible. De esta forma, los beneficios se utilizarían tanto para proyectos de necesidades básicas de la entidad, como para promover puestos de trabajo en estos establecimientos, tal y como se hace con las tiendas de ropa.
  • Que el dinero que llega de subvenciones europeas y otros que se usan para comprar cantidades masivas de alimentos con largas fechas de caducidad (pasta, arroz…) para personas que necesitan apoyo, se utilicen para ir de compras a tiendas de barrio y no en grandes cadenas, y de esta manera promocionar el consumo responsable y local, llenar estas tiendas más asequibles con alimentos frescos, variados y de proximidad. Y, por otra parte, que también permita a los participantes recibir dinero para ir de compras en vez de recibir una bolsa de alimentos, y así se consigue integración social, autonomía, dignidad y red vecinal.

Por otra parte, la segunda dirección es un sistema mixto de combinar la aportación en especie con la aportación de dinero con una tarjeta. Es decir, sin dejar de ofrecer la bolsa con los alimentos básicos que llegan con largas fechas de caducidad como la pasta o el arroz y las legumbres, promocionar las tarjetas monedero, un proyecto que lleva ya varios años en proceso en Càritas, y que busca ofrecer una tarjeta similar a cualquier tarjeta de débito con la que la persona beneficiaria pueda seguir comprando en su establecimiento de confianza. De esta forma no se deja de realizar la gran labor de proporción de alimentos, pero también se ofrece la posibilidad de poder escoger, de disfrutar de una dieta saludable y equilibrada, y poder comer productos frescos. En resumen, dignificar la obtención de alimentos y hacerles sentir la alimentación como un derecho, no un privilegio de varios.

Desde Càritas Catalunya, a través de las diez Diocesanas se ha puesto en marcha la campaña «Yo Como Tú» para impulsar este cambio de paradigma en toda Cataluña, y de cada territorio dentro de sus posibilidades según la situación que viva. «Estamos haciendo un camino juntos», remarcó Mercè Darnell.

Darnell finalizó su intervención narrando el gran esfuerzo y la cantidad de energía que se necesita para sacar adelante el ciclo de la donación de alimentos. Se necesita un gran equipo humano para recibir todos los alimentos que se ofrecen, para atender a las inmensas colas que se generan de personas que van a buscar estos alimentos, organizar los almacenes y transportar los alimentos. Este proceso no solo quita tiempo para atender y acompañar a los participantes en otros aspectos vitales como la búsqueda de empleo, la cobertura de gastos de la vivienda, la formación… sino que también es un desperdicio de recursos que no contribuye en el medio ambiente. Ofrecer tarjetas implica otros beneficios, ya que las energías al organizar el dinero y las tarjetas es inferior y más sostenible con el medio ambiente. De esta forma los agentes de Càritas pueden dedicar más tiempo a la acogida y acompañamiento de las personas para encontrar la raíz de la situación, y al concentrar más energías en otras situaciones también muy urgentes como ofrecer apoyo en la búsqueda de trabajo o en los gastos en vivienda.

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