Noticia01/06/2022

Todos somos seres frágiles

Aceptamos nuestra propia vulnerabilidad por dignificar la de los demás

Mar Galcerán, pedagoga de formación, y especialista en ética y educación en valores, realizó la formación «La dimensión espiritual de la acción social de Cáritas» el pasado miércoles 4 de mayo.

La base principal de la charla fueron dos investigaciones, por un lado la realizada entre los años 2017 y 2019 sobre el impacto de la dimensión espiritual en personas que habían realizado tránsitos migratorios muy complejos, a través de 25 entrevistas a diferentes personas, 12 de ellas participantes de Cáritas; y por otra la investigación que se está llevando a cabo actualmente basada en la renovación de la teología propuesta por el Papa Francisco que tiene como eje principal la vivencia de la fe de las personas excluidas en la sociedad.

A continuación se expone un resumen de las cuestiones tratadas durante la formación. Al final del texto se encuentra el enlace en el canal de YouTube donde se puede visualizar y escuchar la charla entera.

¿Qué entendemos por «espiritualidad»?

Aunque las sociedades modernas se han construido bajo la afirmación de que el ser humano es autosuficiente, y la vida espiritual supone asumir que no todo está en nuestras manos, nos dice que somos seres vulnerables, frágiles, ya sólo pensando en un sentido antropológico, desde nuestro nacimiento lo somos. La vulnerabilidad nos hace ser dependientes, puesto que no podemos sobrevivir al margen de la atención, el cuidado, la hospitalidad, la compasión, y del amor del otro. Somos seres necesitados de acogida, relación e interdependencia, porque siempre estamos expuestos a las heridas del mundo.

Esta vulnerabilidad también se da en un contexto social que excluye a las personas de la sociedad. Cáritas acoge esta vulnerabilidad social, ya que se convierte en un espacio de acogida y acompañamiento para quien no tiene un entorno seguro y estable.

Por eso, debemos abrazar y aceptar nuestra vulnerabilidad para poder acompañar con dignidad a quienes viven en contextos excluyentes, sean individuales o colectivos.

¿Cuáles son las características de las personas que viven la espiritualidad estando en situaciones de vulnerabilidad?

La espiritualidad aparece vinculada a la necesidad de ser y vivir. Es un motor que da fuerza para seguir viviendo.

Las personas entrevistadas por la investigación, comentaban que les sorprendía y les descolocaba el tomar conciencia de su propia fuerza vital para seguir adelante, pero además, de la fuerza de la vida que les sostenía. Muchas de ellas lo relacionaban con algo espiritual más allá de lo que podían conceptualizarse con palabras.

El encuentro personal con el otro dignifica, y se convierte en una experiencia individual, que las personas más espirituales que respondían la entrevista, acababan traduciendo en un deseo de solidaridad y voluntariado por devolver a la sociedad todo aquello por lo que se sienten agradecidas. Su vida tomaba sentido al vincularse a los demás.

Consecuencias por los trabajadores de la acción social de Cáritas.

Mar Galcerán comparó la misión de Cáritas con un útero materno. Un espacio de acogida y protección, generador de vida a través del amor. Un amor que se manifiesta desde la escucha del otro, y que se traduce en un sentimiento de protección, calentamiento, seguridad, sostenimiento, ternura, alimento…

Otra consecuencia es ser configuradores de sentido y ayudar a resignificar el sentido de la vida de las personas que se atienden y que constantemente pueden perder el sentido de la vida debido a situaciones de extrema vulnerabilidad y crisis que viven. Es algo muy difícil de hacer, pero que una de las claves para conseguirlo es acompañar al participante potenciando sus características y capacidades, ese don preciado que es único y que cada persona lleva dentro.

Y por último, se remarcó que las personas que conforman Cáritas son transmisores del motor vital más preciado y más potente: la esperanza. Aunque pueda sonar a algo utópico, no hace falta ir a buscar grandes hazañas para encontrar esperanza, sino que se encuentra en el día a día cotidiano.

Pero para acompañar a los participantes hay que tener cuidado de la propia interioridad, dar pie a espacios de silencio interior para cultivar una escucha y contemplación que permita reflexionar y conocer sobre el “qué quiero” y el “qué soy” para ayudar y atender mejor a los demás. Al mismo tiempo, se confía en el silencio del otro, en su reflexión individual y su capacidad para escoger y tomar decisiones sobre su vida. Hay que creer y confiar en el proceso y la capacidad de cambio del otro para acompañarle en el camino escogido.

Por último, Galcerán remarcó la necesidad de una dimensión espiritual más allá de la división entre uno mismo y los demás, y realizar una dimensión colectiva de la vivencia de la fe.

Escucha la formación al por menor en el siguiente vídeo: